Jóvenes por el Clima: "El
ambientalismo no puede desligarse de las problemáticas sociales que azotan a
nuestro país"
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Bruno Rodríguez, de la organización "Jóvenes por el Clima", sobre el debate actual sobre desarrollo económico y ambiente. "Yo reivindico YPF, reivindico su estatización", contó.
Por Enrique de la Calle
Bruno Rodríguez tiene 20 años y pertenece a la organización
"Jóvenes por el Clima", que integra el movimiento internacional que
lidera la activista sueca Greta Thunberg. "La construcción de una agenda
reivindicativa de un ambientalismo que se sitúa en el campo popular, de ninguna
manera, puede desligarse de las problemáticas sociales que azotan a nuestro
país. Nosotros permanentemente afirmamos que existe una unión muy tajante entre
la justicia social y la justicia ambiental", describió. Su visión sobre
los debates actuales en torno a ambiente y producción.
APU: Usted es un militante del ambientalismo pero intenta incorporar a la
discusión cuestiones vinculadas al desarrollo económico, como el crecimiento,
la necesidad de explotar recursos naturales, la generación de divisas,
etc.
Bruno Rodríguez: El ambientalismo que de alguna
manera tratamos de impulsar desde "Jóvenes por el Clima" se
encauza dentro del campo popular con una perspectiva anclada en la cuestión
nacional.
APU: Un ambientalismo anclado en el campo popular: ¿qué características
debe tener? ¿qué discusiones debe incluir?
BR: La construcción de una agenda reivindicativa de un ambientalismo que
se sitúa en el campo popular, de ninguna manera, puede desligarse de las
problemáticas sociales que azotan a nuestro país. Nosotros permanentemente
afirmamos que existe una unión muy tajante entre la justicia social y la
justicia ambiental, ya sea porque lo demuestra la realidad efectiva, en el
hecho de que los impactos ambientales, que acarrea la crisis climática y
ecológica, profundizan las desigualdades sociales, exacerban las brechas
económicas y de alguna manera nos obligan a abordar estas cuestiones en conjunto.
Por otro lado, entendiendo que formamos parte de un movimiento
internacional, que es el de Greta Thunberg, "Fridays for future",
nuestra inserción como Argentina en el mapa geopolítico nos obliga a incorporar
una perspectiva de defensa de la soberanía nacional. Defensa sobre la soberanía
de nuestros bienes comunes naturales, porque en definitiva vemos que las
tendencias geopolíticas que marcan un sendero de sometimiento a las economías
periféricas, a partir de instrumentos como, por ejemplo, el endeudamiento
externo, nos obligan a transitar ese rumbo.
APU: A partir de ese primer posicionamiento, ¿cómo piensa las
discusiones en torno a la minería en Chubut o la exploración offshore en Mar
del Plata?
BR: Si analizamos el caso de Chubut, más allá de la apuesta del gobierno
de Arcioni de impulsar un proyecto de zonificación minera, vemos otros
elementos que nos obligaron como "Jóvenes por el Clima" a
posicionarnos en contra de este tipo de iniciativas. Por un lado, la represión
salvaje que sufrió la población chubutense cuando se manifestó en contra, la
falta de licencia social en el territorio para llevar adelante y efectivamente
implementar este tipo de proyectos. El componente democrático debe estar
presente en el debate socioambiental. Por otro lado, tenemos a la actividad
propia. Estamos en contra del proyecto de zonificación minera que quiso
impulsar Arcioni también desde una perspectiva ambiental entendiendo que
históricamente los supuestos beneficios que proveé la actividad minera recaen
de una manera muy débil sobre las condiciones materiales de la
población. Igualmente, me parece que hay otros debates en relación a la
minería que exceden al conflicto en sí.
APU: ¿Cuál es la posición de ustedes sobre la minería como actividad?
BR: Para llevar adelante un proceso de transición energética, por
ejemplo, ya sea a partir de una perspectiva de desarrollo de la industria
nacional de energías renovables, es necesario impulsar este tipo de actividades
que muchos sectores del ambientalismo directamente las niegan por completo.
Sectores que se desligan por completo de la realidad macroeconómica del país,
que no entienden directamente a las actividades productivas, etc. Creo que hay
que tener una perspectiva en relación a la extracción de minerales que sea
soberana, porque si analizamos cuales son las apuestas que se dan mundialmente
respecto a la transición energética, por ejemplo, tenemos el plan de transición
del gobierno de Joe Biden de Estados Unidos, que plantea recambiar la flota
entera de automóviles norteamericanos por ejemplares eléctricos y para eso se
necesita un volumen de extracción de litio, que se concentra mayormente en
Chile, Argentina y Bolivia. Entonces, ¿vamos a permitir que nuestros
territorios se conviertan en las zonas que proveen de minerales a los procesos
de transición energética del norte global o vamos a disponer nuestros
territorios para que satisfagan los intereses socioambientales de nuestros
países? Creo que en ese sentido la discusión tiene que darse en el marco de la
defensa de nuestra soberanía territorial.
APU: A ver si lo entiendo bien: usted diría que no está en contra de la
minería, per se. Ahora, cree que esa discusión debe atender la
cuestión socioambiental y también la soberanía nacional. ¿Esa sería su posición
sobre la minería?
BR: Lo resumió muy bien pero también le agrego un componente más:
es importante la integración de las comunidades en los procesos de decisión
respecto a los proyectos mineros. De ninguna manera puede avanzar un
proyecto si se degrada la licencia social que provee una comunidad. Para tener
una buena calidad democrática en los territorios donde se quieren implementar
este tipo de iniciativas, necesariamente las comunidades tienen que ser oídas.
APU: ¿Y cómo piensan la exploración offshore de petróleo y gas?
BR: Para el caso de la exploración petrolera nos ubicamos en una
problemática distinta. Nos ubicamos en la problemática de la energía, tanto en
el marco nacional como en lo que hace a la transición energética. Hay unos
datos que me parecen importantes dar. Más allá de que este proyecto plantee la
ampliación de la frontera hidrocarburífera por vía de explotación de
plataformas offshore, hay ciertas tendencias a nivel mundial respecto a la
transición, que marcan un camino muy desalentador para el abandono de las
energías que se sostienen sobre los combustibles fósiles. La Agencia
Internacional de Energía prevé en su escenario actual de política, que va a
haber un incremento de la demanda del petróleo para el año 2030, con una leve
disminución para el año 2050. Un incremento en la demanda del gas para el año
2050, producto de la presión de las economías emergentes. También, prevén que
si se cumple el Acuerdo de París, tanto el petróleo como el gas van a superar
la demanda que es necesaria para alcanzar emisiones cero al año 2050. La
tendencia de descarbonización es regresiva considerando la lentitud en la
transición del norte global y también la falta de compromiso que tienen estos
Estados en obligaciones que ya contrajeron en alguno de sus propios acuerdos.
Por eso, cualquier proyecto relacionado con la ampliación de la frontera
petrolera en Argentina debe comprender a la vista de esos escenarios
internacionales. En ese sentido también tenemos que hablar de la lentitud de
las transiciones, históricamente. Por ejemplo, el petróleo comenzó a explotarse
comercialmente en la década de 1860, medio siglo después representaba solamente
el 10% de la producción energética y tardó 30 años más en llegar al 25%. Por
eso, muchas veces cuando hablamos sobre el por qué estamos tardando tanto en
llevar adelante una transición energética que recambie los combustibles fósiles
tenemos que analizar cuál es el antecedente histórico.
Y acá me parece que estamos en una encrucijada importante, nos ubicamos
en el presente y ahora estoy hablando concretamente del proyecto. Argentina
necesita exportar más, necesita estabilizar nuestra balanza comercial, necesita
fortalecer las reservas del Banco Central, necesita estabilizar la balanza
fiscal, necesita consolidar nuevos ciclos redistributivos y para eso se
necesita el ingreso de un volumen de divisas muy importante. Eso es innegable,
producto de la crisis social y económica que nos legaron los sucesivos
gobiernos, particularmente el de Macri. Lamentablemente la canasta exportadora
de nuestro país la protagonizan actividades productivas que son intensivas en
recursos ambientales, es decir, actividades ambientalmente depredadoras, que
consumen muchos recursos naturales o que nos dejan pasivos ambientales muy
fuertes. Por eso me parece que uno de los errores del gobierno nacional, que de
ninguna manera pueden persistir en el tiempo, es la falta de credibilidad
y la falta de controles ambientales en este tipo de proyectos. Es realmente una
necesidad imperiosa la que emerge en ese sentido, a partir de este
conflicto: la necesidad de discutir sobre la configuración de estrictos
controles ambientales para este tipo de iniciativas. Porque en definitiva si se
pulveriza la credibilidad del Estado emerge el rechazo generalizado de la
sociedad, como lo vemos hoy en día, en el caso de Mar del Plata.
APU: En el caso más concreto del petróleo, ¿no reconoce la experiencia
de 100 años de Argentina en la materia (lleva 30 años en offshore sin
incidentes graves)?
BR: Si analizamos el folklore nacional y de reivindicación, que incluso
forma parte de nuestra construcción identitaria, en el caso de YPF tenemos
un ejemplo muy positivo. Yo reivindico YPF, reivindico su estatización. También
en el marco de la crisis social que nos azota, reivindico políticas que tiendan
a tender puentes en la relación entre públicos y privados, obviamente siempre y
cuando, el beneficio económico recaiga mayoritariamente sobre el agente
público. Me parece que más allá de eso, no puede ignorarse la falta de
credibilidad del Estado con anuncios tardíos, recordemos que se levantó la
suspensión que había impuesto el Ministerio de Ambiente al avance del proyecto
a fin de año, justo cuando estábamos en las fiestas. Esto fue moneda corriente
en casos previos, incluso con Chubut el año pasado. De alguna manera, este tipo
de desprolijidades abona a que se exacerbe el nivel de conflictividad y de
rechazo. Es necesario tomarlo en serio, realmente hacer una autocrítica muy
importante por parte del Gobierno. Y por supuesto, como "Jóvenes por el
Clima", más allá de que entendemos el debate acerca de la necesidad de
aumentar e intensificar la capacidad de nuestro aparato productivo y aumentar
las exportaciones con respecto a la ampliación de la frontera hidrocarburífera,
no creemos que este tipo de políticas se inserten en el paradigma de transición
ecosocial por el que pugnamos
APU: ¿Cómo ve el debate al interior del ambientalismo, entre posiciones
más regulacionistas, como la de ustedes, y otras prohibicionistas?
BR: Me parece que hay que cambiar la dialéctica del debate. Nosotros en
este conflicto como en otros, hacemos una crítica generalizada de cuáles son
las bases que disparan la discusión. Esto lo escribí en un artículo pasado,
creo que le hace muy mal, tanto al movimiento socioambiental, tanto como a
quienes están afuera y quieren insertarse en este emergente social, que nos
dividamos en trincheras discursivas que profundizan la supuesta dicotomía entre
ambiente y desarrollo. Ya sea que el debate parta de un hippies vs
desarrollistas: hippies que se niegan a que Argentina crezca
económicamente versus desarrollistas que de buena fe apuestan a proyectos
productivos que son intensivos en recursos naturales. O cambiémosle el título,
ambientalistas versus ecocidas hijos de puta que quieren destruir al país y a
todos los recursos naturales. Ese ring que se establece entre actores tan
opuestos entre sí, democráticamente me parece poco estratégico, de mínima.
Entonces, esa es la posición que queremos construir desde "Jóvenes
por el Clima". Desde esa postura superadora nos alimentamos y
enriquecemos desde distintas expresiones, expresiones históricas del
ambientalismo que hoy por hoy tienen una postura sumamente tajante
respecto a la oposición a los distintos proyectos que impulsa el Estado
nacional. Pero también nos enriquecemos de expresiones que incluso no
están hoy en día sumergidas en la construcción del movimiento socioambiental.
Me parece que la postura es un tanto novedosa, en tanto y en cuanto, no se inserta
en los bandos que lamentablemente ya se configuraron en este debate.
APU: ¿Quiénes conforma "Jóvenes por el Clima"?
BR: "Jóvenes
por el Clima", como lo dice el nombre, está integrado jóvenes del país.
Jóvenes en estadio tardío, de colegios secundarios y varios estudiando en las
universidades. Estamos presentes en todos los conflictos que suelen emergen
respecto a la megaminería, a la frontera hidrocarburífera, tuvimos
compañeros/as en Mar del Plata que marcharon en la convocatoria que se
hizo. Tenemos un ejercicio de debate y de formación, que respetamos muchísimo,
al interior de la organización. Cada vez que emerge un conflicto, antes de
salir a patalear por redes sociales, ya sea por el lado de la reivindicación o
por el lado de la oposición, primero nos tenemos que formar. Me parece que eso
es muy saludable para cualquier organización política, sobre todo para
organizaciones políticas de jóvenes. La perspectiva es de un ambientalismo
nacional, un ambientalismo que reivindica la justicia social, los intereses
nacionales. Sin embargo, hay otras miradas al interior, es heterogéneo y eso
nutre muchísimo al movimiento. Que es lo que le falta al movimiento
socioambiental, someterse a un ejercicio de debate permanente congeniar las
diferencias que hoy emergen ante este tipo de conflictos para salir
fortalecidos, porque al igual que el feminismo, el ambientalismo llegó para
quedarse.
Fuente: Agencia de
Noticias APU
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